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miércoles, 15 de octubre de 2014

Orgasmo musical.

Acariciando esos surcos con las yemas de mis dedos, pensando quiero sentirte. He alzado la tapa de mi tocadiscos y suavemente he colocado ese diminuto diamante sobre el.

Sonny Rolins, ese maestro de los fraseos, con esa capacidad de jugar con un solo motivo a lo largo de un tema, impactándome, admirando su sensibilidad rítmica, entre otras mil razones, era el elegido.

Bajando la persiana, sumergiéndome en la oscuridad de mi habitación, me he desnudado. Sentía como la ropa resbalaba por mi cuerpo, mientras esas notas musicales me susurraban al oído,  dejando que su lengua desnudara mis labios, palpando ese sonido sensual de saxofón.......Mis sentidos a flor de piel, ese saxo acariciando mis pechos excitados por ese ritmo de frenesí pasional. Las suaves notas musicales iban resbalando una a una por mi vientre, el si, el la, esa tonalidad del do mayor, cada una de ellas viajando como esas gotas de lluvia que caen en mi ventana.

He cerrado mis ojos impregnándome de ese sonido envolvente. Ese arcoiris de notas musicales, danzaban dentro de mi, penetrando en mi húmedo pubis haciendo que deseara más, más.....Su aliento si bemol, acariciaba mi nuca, erizándome la piel.....Extasiados en un ritmo frenético los dos, jugando con el sonido, los sentidos, los colores....Los dos percibiendo, él mi deseo y yo su  cálido sonido. Embriagados en esa partitura, mezclando notas de placer en esa suaves líneas del pentagrama, haciéndolas nuestras. Rómpeme con mil caricias.  Acelerando el ritmo, a toda hostia por la carretera de la lujuria, acelerando  Acelerando..........acelerando.....acelera......acelerando....hasta llegar a esa explosión de placer, mezclándose esas notas musicales con mi intenso, húmedo y musical orgasmo. Las notas se expandían por todo mi ser. He abierto los ojos, las veía danzar en la oscuridad, sonriéndome, devolviéndoles la sonrisa, nos hemos besado y se han evaporado. Ese mágico saxofón ha dejado de sonar, su sexi, atrayente sonido ya no está. Atrapada en tu silencio de incertidumbres y caricias, suspiro.Como esos amantes que se despiden y saben que no se van a ver más, pero que nunca olvidaran esa noche compartida de pasión. Gotas de dolor en ese charco del olvido.

Ahora que estoy dormida y recorro entre sombras, las luces de tu fría piel,  creo que ha sido un sueño. Bailando en silencio, la niña que soy. Atrapada en tu silencio, saxo. De terciopelo y tristeza, disfrazo mi puta soledad. 

Mi dulce, mi tierno, mi maravilloso, orgasmo.









lunes, 6 de octubre de 2014

Cántame, para dormir.

Empapada en sudor frío. Vomito, mi pesadilla.


" Infortunio para ustedes, Tierra y mar,
pues el demonio, ha mandado a la bestia con ira,
porque él sabe que el tiempo es corto,
dejad al que entiende, el número de la bestia, 
pues es un número humano.
Su número es el seiscientos sesenta y seis.

( Apocalipsis, capítulo XIII, versículo 18)




Estoy sola, mi mente está completamente en blanco, necesito tiempo para pensar. Miro el reloj, marca las tres de la madrugada, toco la cama, para asegurarme de que estoy en ella, me seco con las sábanas, el sudor frío de mis pechos, mi respiración acelerada, va suavizándose. No es real, pero lo he sentido como tal. Piensa en algo, sácate de la cabeza, esa mirada que te ha dejado completamente paralizada . Sólo ha sido un sueño. Un mal sueño.

De nuevo miro las agujas del reloj, son las cinco de la madrugada. Esas dos horas, han sido minutos para mi. He perdido la noción del tiempo, me habré quedado sumergida en un sueño. No, mis ojos están abiertos, no he dormido, sólo que el tiempo se ha evaporado, con mi mente vacía. He estado inmovilizada de miedo, durante dos horas. He de ir al baño, pero estoy inerte. Tengo que lavarme el rostro, para despejarme y sentir que no es real. 

Necesito tiempo para pensar y recuperar los recuerdos de mi sueño. 


Qué es lo que vi?
Qué es lo que vi, en la oscuridad de mi mente, fue real y no una fantasía?


Quizás lo que he visto eran reflejos de mi retorcida razón, devolviéndome la mirada.

Mis sueños siempre están ahí. Esos ojos malvados, que me llevan a la desesperación, desvelándome.

En la niebla, esos párpados cerrados, esa figura blanca de mujer, que me atrae y me deja paralizada, sin poder mover mis descalzos pies, ni un ápice de esa fría arena, de esa playa, donde no se oye nada, todo es silencio absoluto, ni tan si quiera el romper de las olas. 

Mis hijos me gritan desde el coche, mamá no vayas, ven, mamá y sigo allí estática, inmóvil, mirando esos ojos cerrados, que me atraen y me dan pavor a la vez. Es curioso, su pelo blanco como la nieve, se mece al son del viento, pero no siento ese viento en mi, no lo siento. No puedo apartar mi mirada de esos párpados. Siento un escalofrío recorriendo todo mi ser y no puedo moverme, quiero huir de ellos,  pero no puedo, sigo allí, esperando, hipnotizada en esa mirada inexistente. 


Los gritos de mis hijos, suenan cada vez más lejanos y estoy cada vez más cerca de ese ser etéreo, malvado, sin mover mis pies, como si flotara atrayéndome hacia ella. 

Nuestros rostros están frente a frente, siento su aliento en mi boca, esa nube fétida, putrefacta, entonces lo veo, veo esos párpados transparentes, veo a través de ellos, esas cuencas vacías, solo se ve oscuridad. Una profunda oscuridad. Sombras que se retuercen de dolor, bailando una extraña danza. La danza de la muerte.

Allí estoy de pie, observando ese dantesco baile de sombras, en el principio, del fin.
Allí estás tú, esa niña que amaste, bailando con la muerte, con sus músculos atrofiados, como una manzana, pudriéndose. Aquí estás tú, la mujer que temes, dormida en tu dolor. Puedes suicidarte ahora, porque ya estás muerta. La niña que amaste es el monstruo que temes ahora.


Me despierto, sobresaltada, empapada en sudor frío y paralizada de miedo, siempre en el mismo instante que esos párpados comienzan a abrirse. 

Sólo deseo que me canten al oído, para poder así, dormir.







Y no tengo miedo a morir, en cualquier momento lo haré, no me importa.